Miriam era una bruja ruin, tan ruin que se hizo pequeñita hasta quedar del tamaño de un puño.
Tenía la piel de color ceniza y llevaba siempre una ropa negra que olía muy mal.
Era prácticamente invisible para el ojo humano. Volaba encima de un plumero a mucha velocidad y hacía una travesura tras otra.
Le gustaba, por ejemplo, pasar por la nariz de las personas cuando hablaban por el móvil haciéndoles cosquillas.
Un día descubrió un olor extraño. Era dulce, suave y la boca se volvía agua. El olor venía de una casa pequeña. Y, sin pensarlo dos veces, voló hacia allí y entró en ella.
En la cocina había una olla sobre el fuego. Dentro hervía un líquido espeso de color rojo.
Miriam se asomó a la olla, resbaló de su plumero y cayó dentro. ¡Choff! Y tragó y tragó mucho de aquel líquido rojo. ¡Era delicioso!
Cuando consiguió salir estaba roja. Y, montada en su plumero, parecía ¡un caramelo con palo!
Como tenía muchas travesuras que hacer se marchó. Pero al pasar por delante de la gente, que volvía a casa muy seria después del trabajo, a todos se les pegaba una sonrisa.
Algunos pensaban en croissants rellenos, otros en tostadas con mermelada… Todos tenían pensamientos bonitos que les llegaban a través del olor que ella desprendía.
Y Miriam se puso furiosa. ¿ Que era aquello? Todos sonreían. ¡Todos tenían caras alegres!
¡Era lo contrario de lo que ella se proponía! ¡Estaba enfadadísima! Así que decidió volver a la casa del olor.
Allí encontró a una anciana que removía la olla.
- Mujer, le preguntó, ¿que poderosa pócima es esa que me hace provocar sonrisas en la gente?
La mujer, que era ciega, le respondió:
- No es una pócima. Es sólo mermelada de fresas y cereza que uso como relleno en mis pasteles.
Miriam quedó sorprendida. Y descubrió que tenía dos alas con las que podía volar sin necesidad del plumero.
La anciana olió el aire y le dijo:
- Umm, eres una hada…hueles a mermelada. Quizás tú seas el hada de mermelada.
Así fue como, desde entonces, se dedica a hacer feliz a la gente con su olor y arranca sonrisas allá por donde va.
Adaptación del cuento de XAVIER FRÍAS CONDE (Hada de mermelada)
Así que ya sabes, sonríe todo lo que puedas que por aquí pasa el HADA DE MERMELADA
Me gustan los cuentos de todos los sabores, de todos los colores, de todos los olores...pero, mis preferidos son los que cuenta un niñ@ especialmente si se narran a través de la ilusión de sus dibujos.
Aquí encontrarás un rincón donde la fantasía, la imaginación, los valores y la emoción tienen su hogar.
Pedro tenía una cometa que le cantaba cada vez que la izaba al vuelo - Súbeme más alto Pedro!. ¡Arriba, arriba! Éste emocionado le hacía caso y la elevaba un poco más. Cuando no hacía viento la cometa no podía volar, por lo que pasaba el rato contándole a Pedro lo que veía desde lo alto del cielo y él quedaba muy asombrado con lo que decía: - Veo niñ@s, niñ@s que me miran y sonríen, me señalan y me dicen ¡guapa!. Danza en el aire, baila tu canción, ¡cuentanos un cuento lleno de emoción!. Por eso, cada vez que los niñ@s ven una cometa son felices porque escuchan su canto convertido en un relato.Hoy voy a poner mi cometa a volar ¿quieres ser feliz oyéndola cantar?.
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