Hace muchos, muchísimos años, un viejo marinero paseaba por la playa. Paseando paseando, llegó ante la entrada de una gruta profunda y oscura de la que salían unos lastimeros sollozos. El viejo marinero, llevado por la curiosidad, entró en la gruta.
No había dado cuatro pasos cuando encontró a una hermosa muchacha que lloraba desconsoladamente. El viejo marinero le preguntó:
- ¿Por qué lloras, muchacha?
Y ella entre lágrimas le contestó:
- Mi peine de oro se ha caído en ese pozo que va a parar al fondo del mar.
Entonces, el viejo marinero, compadeciéndose de la muchacha, la quiso ayudar. Sin perder tiempo fue a buscar sus redes y su caña de pescar y regresó a la gruta. Prueba que probarás, pesca que pescarás consiguió al fin recuperar el peine de oro y se lo devolvió a su dueña.
La muchacha, que en realidad era una sirena, se sintió muy agradecida y dijo al marinero.
- A cambio de tu gran favor, pídeme lo que quieras y yo lo lograré.
- Nada para mí, dijo el marinero. Sólo quiero que siempre haya vida en el mar.
La sirena concedió el deseo al viejo marinero y desde entonces es el angel guardián del mar. Con su canto nos hechiza, nos atrae... Pide nuestra colaboración.
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