Cuentan que hace mucho, mucho tiempo existió un pueblo llamado GRISÁLIDA, donde todo era gris.
Sus calles eran de granito gris, las paredes de las casas estaban pintadas de gris. Grises eran las nubes que cubrían siempre el cielo y uma bruma gris envolvía la ciudad.
Los habitantes de Grisálida también parecían de color gris. Sus ropas eran grises, su mirada gris y triste y sus cabellos grises y descoloridos.
No se sabe por qué aquel pueblo era de aquel color. Unos decían que un mago los había encantado, otros que una bruja le echó un mal de ojo… Había quien decía, incluso, que un dragón de color gris vivía en la ciudad y por eso tenía ese tono.
Pero un día, en el centro de la plaza de Grisálida, el cemento gris se rompió y por la grieta se asomó tímidamente un brote verde.
Todos en Grisálida observaron maravillados el brote que, poco a poco, comenzó a desplegar sus hojas como si se desperezara de un largo sueño.
El sol, curioso, se asomó por entre las nubes para espiar al brote y lo bañó com un chorro de rayos dorados.
El cielo, entonces, descorrió las nubes, y una luz nueva, azul celeste, iluminó el pueblo. Y así fue como se rompió el o encantamiento. Las casas eran de colores, cabellos, ropas, ojos... dejaron de ser grises.
Ahora las damas ya podían ir a la peluquería a teñirse el pelo de distintos colores.
En las tiendas podían comprar ropa muy alegre. Las fotocopias dejarían de ser en blanco y negro, la televisión se vería por fin en color y los periódicos, revistas y libros serían mucho más divertidos.
Y donde surgió la planta, los niños quitaron los restos de cemento que la rodeaban, para que no se dañase, y escarbaron en la tierra, llenándose los dedos del color marrón de la tierra.
En ese momento, en el extremo del brote apareció un pequeño botón rojo que se convirtió en una flor. Entonces mariposas, con las alas violetas y naranjas, sobrevolaron la plaza acercándose a ella.
La ciudad de Grisálida ya no era gris sino un hermoso pueblo lleno de color. Decidieron cambiarle el nombre por el de COLORANDIA.
Y todo gracias al Sol que quiso cuidar de una pequeña planta.
Desde entonces, los niñ@s quieren ser todos como el sol y llevar alegría allá donde van. Por eso sonríen mucho, son muy educados, cariñosos y alegres.
No quieren volver al gris de antes, porque ahora ya saben lo que pasa cuando sale el sol…
Me gustan los cuentos de todos los sabores, de todos los colores, de todos los olores...pero, mis preferidos son los que cuenta un niñ@ especialmente si se narran a través de la ilusión de sus dibujos.
Aquí encontrarás un rincón donde la fantasía, la imaginación, los valores y la emoción tienen su hogar.
Pedro tenía una cometa que le cantaba cada vez que la izaba al vuelo - Súbeme más alto Pedro!. ¡Arriba, arriba! Éste emocionado le hacía caso y la elevaba un poco más. Cuando no hacía viento la cometa no podía volar, por lo que pasaba el rato contándole a Pedro lo que veía desde lo alto del cielo y él quedaba muy asombrado con lo que decía: - Veo niñ@s, niñ@s que me miran y sonríen, me señalan y me dicen ¡guapa!. Danza en el aire, baila tu canción, ¡cuentanos un cuento lleno de emoción!. Por eso, cada vez que los niñ@s ven una cometa son felices porque escuchan su canto convertido en un relato.Hoy voy a poner mi cometa a volar ¿quieres ser feliz oyéndola cantar?.
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