Érase que se era en una ciudad de cualquier lugar de nuestro planeta, una chica que se llamaba Clarisse. Clarisse no soñaba con un príncipe, ni con un vestido bonito. Ni tenía una madrastra que le hacía la vida imposible...
Clarisse tenía un trabajo, su compañero, un carro de la limpieza. Trabajaba limpiando una academia de ballet y todos los días veía como bailaban las gráciles bailarinas.
Clarisse tenía un sueño: ¡quería ser bailarina de ballet!. Se había aprendido todos los pasos a base de mirar a los demás: coupé, croisé, allegro, battement...
Al llegar la medianoche
Era grácil, delicada y su sueño se hacía realidad.
Pero mira, mira y verás...
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